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El Pelafustán

28.7.17

Los medios nacionales no existen

















Lo grave del falaz centralismo de la palabra pública es que no delata solamente la ciega soberbia porteña, sino que se volvió una forma de mirar nuestra propia realidad.   

José Luis Brés Palacio | DATAPUNTOCHACO

Como uno de los efectos de la posverdad, habría que apuntar a la idea generalizada que existen medios de comunicación “nacionales”. Mentira. A lo sumo, lo que hay son empresas periodísticas porteñas con distribución en todo el territorio nacional. Y, cuando esta aseveración mendaz se une con prácticas de discurso único y políticas de concentración monopólica de la comunicación y de la información, la propiedad de los dueños del poder económico termina por definir y formatear al inconsciente colectivo en favor de los intereses de las corporaciones.
Es cierto que no ver canales porteños es quedarse al margen de muchas conversaciones cotidianas. Pero, es una actitud que nos preserva de una exposición que, si la enfrentamos sin red, puede producirnos trastornos en la información no sólo, salvo honrosas excepciones, por la medianía estética que la caracteriza, sino también porque las falacias o mentiras desembozadas encuentran en los canales monopólicos o sus cómplices u obsecuentes una caja de resonancia única.
La radiofonía chaqueña está tan colonizada por el centralismo porteño que para un resistenciano, por ejemplo, es más fácil saber cómo está el tránsito en los puentes Pueyrredón y La Noria que enterarse de que hay un corte en la esquina misma de su casa.
De la televisión vernácula mejor ni hablar. Los tradicionales canales de la ciudad de Corrientes y Resistencia se han vuelto pasivas repetidoras. ¿De qué? Sí.  De medios de CABA.
Pero, es en la gráfica donde la perversidad de los dueños del poder y, por añadidura, autoerigidos como dueños de la palabra y la verdad, se pavonea con una impunidad y antiperiodismo que hace sentir vergüenza ajena por el oficio de obrero de la palabra que uno eligió.
El diario porteño La Nacion (así con el error de tildación que consta en el mismo logo de ese medio gráfico) puede darnos algunos ejemplos más que claros.
El viernes 14 de julio de 2017, una adolescente fue asesinada en un hotel de Resistencia. Su ejecutor, obviamente: un varón. La noticia fue título central de todos los medios gráficos de Chaco y la región. Pero, en los medios mal llamados “nacionales” no fue siquiera una llamada en tapa. Cuando todo hacía pensar que las miradas de todos los medios estaría puesta sobre Resistencia, nada de proporciones sucedió en los medios de esa Argentina que sigue operando como si su límite geográfico fuera la General Paz.
Otro ejemplo. El domingo 23 de julio, hubo elecciones legislativas para renovar la mitad del unicameral Parlamento chaqueño. En un título a pie de página de la edición del 24 de La Nacion reza: “Ganó el PJ en Chaco, pero perdió una banca”. Falso. El PJ chaqueño renovaba 9 escaños que mantuvo. La alianza Cambiemos puso en juego 6 bancas, que también mantuvo.
Por si todo esto fuera poco, la bajada de ese título afirma que “Cambiemos sumó un diputado” lo que es también lisa y llanamente: mentira.
Lo que omite ese diario porteño es que el lugar de Concertación Forja (cercano al PJ y que renovaba una banca) fue ganado por el candidato Aurelio Díaz del Partido Obrero, en las antípodas ideológicas de la coalición de derecha del radico-macrismo vernáculo. Por lo que afirmar que Cambiemos sumó un diputado es falso de toda falsedad.
Y así andamos. “En un mismo lodo todos manoseaos”.
Lo grave de este falaz centralismo de la palabra pública es que no delata solamente la ciega soberbia porteña, sino que se ha vuelto una forma de mirar nuestra propia realidad. Porque, eso que reclamamos los chaqueños (en realidad, los resistencianos con ínfulas provincialeras) respecto de Buenos Aires es lo mismo que hacemos los capitalinos respecto del  Chaco profundo.
Y, como las mamushkas, esta visión distorsionada se replica hasta los confines mismos de El Impenetrable. El mejor ejemplo lo dio una saenzpeñense (gentilicio de Sáenz Peña, “segunda” ciudad de Chaco) al presentar a un orador de Resistencia en una charla sobre el federalismo y los medios de comunicación masiva. “Estamos aquí, personas de Sáenz Peña y del interior chaqueño”, afirmó. Fue casi una confesión de parte. Aquel centralismo que la charla se proponía poner en discusión se apoderó de la moderadora y delató ese centralismo omfálico como matriz de pensamiento que nos hace creer que somos el centro del mundo y que todo lo demás es sólo periferia.
Todo depende del cristal con que se mire. O no.

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