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Vademécum
El Pelafustán

26.12.17

La pala que mandan a agarrar

















El autor analiza el alcance y el propósito de un insulto proferido por las clases medias urbanas contra los “vagos”, que proviene del “Vayan a laburar” de los 90 y que en los últimos años el macrismo se encargó de resignificar. 


F. P. | ANÁLISIS


El chico, de no más de 20 años, se había acercado al coche justo cuando el semáforo dio rojo. Bajo una lluvia tenue, le mostró al conductor una estampita, con el gesto cómplice de dame unas monedas a cambio. El hombre, un sesentón, bajó la ventanilla y, enfurecido, le gritó: “¡Andagarrá una pala!”. El chico, mojado por la lluvia, le respondió con estricta sensatez: “Adónde querés que vaya a laburar si no hay laburo”. El conductor, cómodo y seco en el coche, insistió: “¡Andagarrá una pala!”.
Asir esa herramienta compuesta de una tabla de madera o una plancha de hierro, comúnmente de forma rectangular o redondeada, y un mango grueso, cilíndrico y más o menos largo, según los usos a que se destina, devino para muchos argentinos en símbolo del abandono de la holgazanería y el primer paso a la pregonada [y falaz] dignidad que se le atribuye al trabajo.
Quien manda a agarrar una pala lo hace desde el lugar de quien se pone como ejemplo de contracción al trabajo. O al menos eso es lo que uno infiere en ese grito de autoridad. Sin embargo, los devotos de la pala probablemente nunca la hayan agarrado, con lo que la admonición podría traducirse así: ese laburo, el de la pala, es el que te corresponde a vos, negrito pobre que andás mendigando en los semáforos. En consecuencia, el de la pala vendría a ser, paradójicamente, un oficio denigrante y, por tanto, reservado para ciertos sectores sociales. Un padre de clase acomodada no manda a agarrar una pala a su hijo holgazán. Probablemente, le sugiera estudiar en la universidad pública o trabajar en el estudio jurídico-contable de su tío, donde no hay palas que agarrar.
Para Facundo Cardozo, conductor del programa radial Vayan a laburar, que se emite por AM 750, la expresión “andagarrá una pala”, fogoneada en estos tiempos por los sectores simpatizantes del macrismo, es la versión actual del “¡Vayan a laburar!” de los 90, sintetizada en esa imagen de energúmenos con medio cuerpo afuera del coche a los gritos contra quienes cortaban el tránsito.
Cardozo dice que la expresión siempre fue una forma de estigmatizar por parte de sectores medios urbanos” a “aquellos que supuestamente vivían de los planes sociales” durante el kirchnerismo (llamados choriplaneros por las clases medias urbanas y los mediopelos) y a los empleados públicos y los piqueteros en los 90, “cuando el sector privado empezó a decaer y los expulsados se hicieron cuentapropistas”, como los taxistas y remiseros. En esos tiempos, cuando costaba juntar el mango, aquellos que tenían un sueldo del Estado eran blanco de los insultos de quienes tenían que arremangarse.
Cuando se debatía en la Cámara de Diputados de la Nación el proyecto de ley de emergencia social, en 2016, el inefable diputado filomacrista salteño Alfredo Olmedo dio la fórmula de cómo “disolver” un piquete: “Vaya y tírele una pala al medio”.  
“Ahora –y en esto se anota un punto el macrismo–, lo que nos decíamos uno a otros pasó de un sector a otro. Lo que estamos viendo es que cada vez se ensancha más el colectivo al que se le dirige esa frase”, reflexiona Cardozo y menciona el caso de Jorge Messi, cuando a su hijo Matías –hermano mayor de Lionel– le encontraron un arma en la lancha con la que se había accidentado en el río Paraná. Jorge Messi mandó a laburar a los fotógrafos que lo aguardaban en los tribunales rosarinos, cuando precisamente estaban cumpliendo con su laburo. En Italia, el día en que la selección azzurra quedó fuera de la clasificación para Rusia 2018, el diario Il Tempo tituló en su portada: “Andate a lavorare”, con la foto de una pala enterrada.











“El sector que profiere el agarren una pala se siente autorizado” a hacerlo, aun cuando forme parte de los que ganan “millones sin transpirar, con las lebac”, como invita una publicidad de un banco: “los atletas de las 3 de la tarde”, reflexiona Cardozo.
Ahora bien, ¿qué se puede hacer con esa herramienta devenida en ícono del trabajo para pobres? Hacer pozos o zanjas y juntar la tierra extraída de ellos, acción que se llama excavar, según el Diccionario de la lengua española. ¿Qué oficios la utilizan? Los sepultureros, los jardineros y los albañiles. Así, quienes mandan a trabajar a otros con la pala, en definitiva, les están asignando esos tres oficios, por lo que el nivel de violencia de la expresión podría morigerarse reformulándola: “¡Andá a dedicarte a la jardinería, a la albañilería o a cavar sepulturas!”.
En general, cuando se manda a laburar a alguien se lo hace a partir del supuesto cavallista de que no labura el que no quiere. Además, para mandar a laburar, debe haber oferta de trabajo y este debe ser como la ley manda. O, mejor dicho, como la dignidad manda.
Así las cosas, “andagarrá una pala” no es más que un berrinche clasista vomitado con dosis de resentimiento y odio, en proporciones más o menos iguales. Prueba de ello es el llamado “piquete de la abundancia” de 2008, cuando la patronal ruralista cortó por semanas las rutas del país contra la Resolución 125 y nadie mandó a laburar al macrista De Angeli, por nombrar a uno de los conspicuos piqueteros del campo. 

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