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Vademécum
El Pelafustán

18.6.16

Los López


































▪ El caso de los 9 millones de dólares fue un golpe a los argentinos honestos. Otros escandalizados solo sobreactuaron; muchos de ellos no le van en zaga al exfuncionario detenido. La corrupción  no es patrimonio K, como quieren hacer creer el Gobierno y la prensa corporativa. En las administraciones provinciales también hay López.    


Datapuntochaco  | EDITORIAL

En el anochecer frío de Corrientes, un hombre le decía a otro en la vereda: “Como dijo C. [el nombre de un reconocido dirigente político correntino], no se puede hacer política sin robar”. Quien escuchó al pasar el comentario sospechó que los dos estaban hablando del caso José López, el escándalo que golpeó a mucha gente honesta de este país. Otros escandalizados, como los de la primera línea del Gobierno nacional, en cambio, incurrieron en una sobreactuación a sabiendas de que muchos de ellos no le van en zaga a López.
La detención del exsubsecretario de Obras Públicas con 9 millones de dólares en un convento de General Rodríguez y todo lo que sobrevino de ese sórdido episodio hacen recordar a escenas de la serie Breaking Bad, en la que sus personajes, sumergidos en el mundo de la cocina de metanfetaminas, se hallan constantemente en situaciones límite.
López parece haber estado así el día en que lo descubrieron en el monasterio. En un capítulo de Breaking Bad, Jesse Pinkman intenta deshacerse de un cadáver con ácido fluorhídrico. Para ello debía envolver el cuerpo en plástico, el único material que el químico no corroe. Sin embargo, optó por hacerlo en la bañera. El ácido no solo desintegró al muerto sino que gran parte del baño se corroyó y se derrumbó. A López le pasó algo parecido. Robó demasiada plata.
La escena del monasterio parece de ficción. Lo único real es que lo pescaron a López. Los policías que lo detuvieron tras el llamado de Jesús al 911 serán ascendidos, anunció el Gobierno bonaerense. El premio por cumplir con el deber generó críticas hasta del massismo, que no cree demasiado en la versión cinematográfica del hecho. “Me da la sensación de que todo fue preparado. Que se armó una historia con el llamado del 911, las monjas y Jesús (el denunciante), que no es muy creíble”, dijo el presidente del bloque de senadores bonaerenses del Frente Renovador, Jorge D’Onofrio. 
“Nuestro realismo capitalista pretende hacer añicos a Netflix. House of cards era la cumbre, pero la conspiración brasileña la doblegó. Ninguna serie sobre seres ametralladores toleraría incluir en un solo capítulo los episodios que ocurren en Estados Unidos en una semana. Ni qué hablar de alguien que pretenda denunciar el hambre en el mundo o el cambio climático apelando a la ficción. Nada que hacer, el realismo nuestro, el realismo capitalista, podrá más”, dice Alejandro Grimson en la revista Anfibia.
La corrupción es obscena. Ningún bien nacido tiene dudas de ello. Pero es obsceno también que la Justicia mire para un solo lado y que a los Jesús que llaman al 911 los alerten solamente los casos que involucran al kirchnerismo. El año pasado, las denuncias contra el periodista Fernando Niembro por contrataciones del Gobierno porteño (cuyo jefe era entonces Mauricio Macri) por 20 millones de pesos le valieron una causa al excandidato macrista en la provincia de Buenos Aires por lavado de dinero. Es más: la investigación Panama Papers, donde el presidente argentino figura como uno de los principales involucrados en el escándalo, menciona a Diego Niembro, hijo del periodista, con una cuenta offshore.
Hay muchos López en la Argentina. Como dice Grimson, muchas de las fortunas más grandes de este país se forjaron a través de la corrupción. “Un capitalismo de obras públicas, la famosa patria contratista. Y si no, con monumentales subsidios directos o indirectos, con la apropiación del dinero de todos los mortales. Y también endeudando empresas y con gobiernos que estatizaban esas deudas. O con contrabando de mercaderías, automóviles por decir (…) Evadir impuestos siempre es corrupción, porque el evasor se apropia de dinero público. Sea radicando empresas o dinero en guaridas fiscales”. 
El caso de las 4040 cuentas del HSBC, que involucra a empresas (entre ellas, grupos periodísticos), y las denuncias de Hernán Arbizu, ex-JP Morgan, que delató a las firmas que él ayudó a fugar y lavar 6.000 millones de dólares son escándalos tan graves como el caso López pero que no tuvieron la misma cobertura periodística sencillamente porque algunos de los involucrados pertenecen al establishment mediático.

De no creer

En su visita a Yapeyú, el 10 de junio, Macri pidió a la gente que no crea lo que dice la oposición y sentenció que solamente el Gobierno dice la verdad. En otras palabras, el ingeniero pidió que solo se le crea al Gobierno, en un acto de intolerancia y soberbia supinas.
Se trata de creer. ¿Cómo creer en un gobierno que promete el paso del brutal ajuste al alivio en las horas o los días de la transición del primero al segundo semestre del año, como si se tratara de magia? ¿Cómo creer en un Gobierno que dice que el Gobierno anterior hizo creer que se podía tener calefacción, luz y agua sin pagar las tarifas, o comprar celulares, plasmas y viajar al exterior con un sueldo medio?
Con esa misma lógica, el macrismo intenta hacer creer que la corrupción es solo kirchnerista. Sin embargo, a seis meses de haber asumido, ya “hay decenas de funcionarios con conflictos de intereses entre sus áreas de gestión y sus inversiones. Conflictos explícitamente éticos. También está el nombramiento de familiares, que no han sido casos aislados. Y más espectacular, arrinconando otra vez a la ficción, están Mossack Fonseca, las explicaciones contradictorias, las inversiones desconocidas, las cuentas en Bahamas”, recuerda Grimson.
Con todo, nadie parece escandalizarse por ello. Nadie le pide a Niembro que devuelva la plata, pero sí a Milagro Sala o a las Madres, por Sueños Compartidos. Que la mayoría de los ministros tenga su plata afuera no es cuestionado por nadie. Que el presidente del Banco Central esté procesado por el megacanje no irrita a nadie. Que la fortuna de la familia del presidente se haya amasado a merced de la obra pública no despierta sospechas en nadie. Que el ministro de Energía esté procesado no enoja a nadie. Que el mismísimo presidente esté involucrado en los Panama Papers quedó en el olvido.

Oportunismo macrista

El caso López apareció justo en el momento más crítico del Gobierno. El macrismo y sus socios en Cambiemos aprovecharon el uppercut al kirchnerismo para hacer de las suyas. Pudo “sacar del centro de la escena los efectos de la crisis y de los escándalos de lavado y fuga de dinero, así como la designación de dos jueces en la Corte, la aprobación de una ley que puede hacer naufragar el sistema de jubilaciones estatales y un blanqueo de capitales. Este debate se producía en el parlamento entre el martes y el miércoles, casi en forma simultánea a la bochornosa irrupción del caso López. Hasta ese momento, el oficialismo, debilitado por las protestas masivas contra los tarifazos, tenía problemas para reunir los votos. El martes, cuando saltó el escándalo que involucraba al kirchnerismo, el macrismo hizo su cosecha”, analiza Luis Bruschtein en Página12.
En la Argentina, “hay proyectos políticos distintos, hay conflictos ideológicos entre la regulación pública y el libre mercado, hay nociones contrapuestas sobre derechos sociales (…) Los únicos que están unidos son los que, de uno u otro modo, se apropian de recursos públicos”, dice Grimson.
Los adormecidos por el repiqueteo informativo de la corporación periodística argentina no ven a los López del macrismo ni los López guarecidos en los Gobiernos provinciales, que los hay. El periodismo en las provincias rinde, en general, pleitesía a los gobernantes de turno porque viven de la pauta publicitaria oficial, con lo que hace la vista gorda con la corruptela generalizada sobre todo en la obra pública.
El López K debe ser juzgado y, de comprobarse el delito por el que está detenido, no pasará más de 6 años en la cárcel, que es el máximo de pena para el enriquecimiento ilícito. No se va a pudrir en la cárcel, como muchos desean y claman. El interesado terremoto mediático no se condice con el código penal. 

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